Miro el techo y sus vetas de madera hasta que encuentro un ciervo, hermoso, bello, como siempre lo son, viene un cazador, le dispara, como si fuera poco lo descuartiza, sangre, sangre y más sangre... Miro mis brazos al filo de la hoja de afeitar, la sangre era mía.
Estoy bien...
Me estoy consumiendo.
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